"Esta es la crónica de como San Timoteo del Besós recibió la revelación divina, abandonando sú vida pecaminosa y como a partír de aquél momento se dedicó en cuerpo y alma a redimír a todo aquél que escuchaba sú palabra" . Yo, el discipulo escriba.



domingo, 24 de abril de 2011

RESURRECCION



Timoteo guardó silencio cuando Vázquez acabó de relatár la historia que le había llevado hasta aquél pabellón de hospital.  Por la puerta abierta de la habitación se colaba la delicada musca de una marimba. Alguien en alguna de las otras habitaciones escuchaba una vieja canción de Joan manuél Serrat.

                                   Todos los piratas tienen,
                                    un lorito que habla en francés,
                                    al que relatan el glosario,
                                    de una historia que no es,
                                    la que cuentan del corsario,
                                    ni tampoco lo contrario.
                                                   
                                    Por un "quitame esas pajas",
                                    te pasan por la quilla,
                                    pero en el fondo son unos sentimentales,
                                    que se graban en la piel, a la reina del burdel,
                                    y se la llevan puesta a recorrer los mares.

                                    Marchando una de piratas,
                                    larga vida y gloria eterna,
                                    para hincarles de rodillas,
                                   hay que cortarles las piernas.

- Así que estás aquí, camuflado entre una pandilla de locos esperando que escampe el escandalo, ¿ Eh, Manolo ?.
- Y aún gracias, nene. Podría ser bastante peor. Podrían ser diez años de prisión militar.
- ¿ Cuanto tiempo más crees que tendrás que estar aquí ?
- No lo sé muy bien, pero por lo que me dice Madero, bastará con un par de meses más. Entonces redactará el alta recomendando mi vuelta al servicio activo y tratamiento  ambulatorio.
- Yo no soporto ni un mes más aquí, Manolo. Voy a solicitar mi baja en el Tercio por motivos de salud, y le pediré a Madero el alta voluntaria. Quiero volver a casa.

En aquél momento. Rosario, "la pantera", la enfermera jefe entró en la habitación con la medicación de Timoteo. Involuntariamente había escuchado el final de la conversación. Aunque los años de servicio en hospitales la habían dotado de una coraza que la separaba a una distancia prudencial de los casos que trataba a diario, sentí por aquel chico una cierta debilidad.

 A pesar del físico poderoso del muchacho, y de que fuese un soldado legionario, intuía  ternura y fragilidad bajo aquella piel. Durante aquellas semanas había asistido a su recuperación del estado de postramiento mental con el que ingresó. Había sido testigo de sus primeras y tímidas sonrisas a causa de alguna de las múltiples bromas de Vázquez. Le había visto enfrascarse en las lecturas que el guardia civil le recomendaba, y como una luz cada día mas poderosa emergía de su mirada. Le había visto resucitar de entre los muertos en vida que poblaban aquél lugar.
Alejandro le había bajado paulatinamente en los últimos días las dosis del tratamiento, y le había encargado a ella de hacer un minucioso control de su respuesta. Parecía responder bien a la reducción de las dosis.
Aunque de vez en cuando emergía de sus ojos un destello de abatimiento supremo, y volvía a su rostro la expresión perdida con la que ingresó en  el pabellón de psiquiatria. Pero eso solo duraba unos escasos segundos.

- ¿ Y que harás cuando estés de vuelta allí, tienes algún plan ?.- Preguntó Rosario.
- No lo sé muy bien aún. Buscaré trabajo como mecánico en algún taller de reparaciones de coches, o en alguna industria. Cerca de mi barrio hay un polígono industrial lleno de pequeños talleres metalúrgicos. Encontraré un empleo decente allí. No quiero volver a vestir un uniforme nunca más.

A Rosario le había sorprendido la expresión de determinación en le rostro del muchacho al pronunciar las últimas palabras.Estaba al tanto de las circusntancias que habían motivado su evacuación desde Móstar hasta el hospital, pero debía haber sucedido algo más que ella ignoraba, y que había traumatizado al muchacho profundamente.

- Meditalo aún unos días más, Timoteo. Aún te estás recuperando del "shock" nervioso. Si sigues convencido de dejar el Tercio, Alejandro puede solicitar tu baja del servicio por motívos de salud.


                                                            ( continuará)

domingo, 9 de enero de 2011

VAZQUEZ ( VI )


Vázquez contemplaba callado el rostro del coronel De Lafuente. Había pronunciado aquella ultima frase de una manera serena, sin expresar ningún tipo de preocupación o remordimiento por su confesión.
Tras unos momentos de silencio, Manolo reanudó la conversación.
- Si estaba convencido de que mi alegato era una falsa defensa, ¿ porqué lo aceptó y ha dictado esa sentencia que me exime de responsabilidad mandándome a un sanatorio ?.

Una leve sonrisa recorrió el rostro de De lafuente. Dejó que el tibio sol de invierno que entraba por las vidrieras le acariciase mientras buscaba las palabras adecuadas para lo que tenia que decir. A pesar de su cargo, no era un hombre de palabra fácil. Se desenvolvía mucho mejor redactando escritos juridicos. Y lo que iba a confesarle a Manolo, era que había incumplido sus obligaciones como juez. Algo bastante grave.

Porque quería buscar una sentencia lo mas leve posible para usted. Mire Manolo, ¿ puedo llamarle así ? , porque tengo entendido que es así como le tratan sus compañeros.
- Puede usted hacerlo, mi coronel.
- A cambio de que también usted me apee el tratamiento oficiál. Mi nombre es Martín, y aquí no llevamos nuestros uniformes. Esto es una conversación privada. Mire, se como le tratan sus compañeros porque aparte de las pruebas presentadas a la vista, me encargué personalmente de hacer una investigación complementaria sobre usted en su unidad y en el acuartelamiento de Las Corts.
- ¿ Porqué se ha tomado tantas molestias ?.
- ¿ Porqué ?. Muy sencillo, el suyo ha sido una caso algo difícil. Realmente no solo es tan simple como una agresión, que con el Código Penál Militár en la mano estaria resuelta en una hora de sesión de la Sala. Aquí se han mezclado una infidelidád matrimoniál, un comportamiento indigno en un oficiál, y la traca finál, que fué la paliza que ustéd le propinó a Marín. No considero que su comportamiento haya sido el correcto, pero no le culpo a usted por ello. No podria enviarle a usted a un presidio militár durante años, cuando yo en sú lugár, habria hecho algo parecido. O acaso peór. No tendria mi conciencia tranquila.

Martín De la Fuente calló tras estas últimas palabras, con una sonrisilla traviesa. Buscaba palabras para acabár de sincerarse con aquél hombre al que había juzgado, y al que en el fondo admiraba, aunque nunca lo confesaría.
Manolo seguía en silencio, mirando a De Lafuente con asombro contenido.

- Manolo, ¿ practica usted artes marciales ?. Lo digo porque la paliza que usted le propinó a ese lechuguino de Marín fué bastante contundente, los medicos del Clínico le suministraron calmantes durante tres dias seguidos para atenuarle los dolores. Pero la paliza no le dejó lesiones ni secuelas permanentes, aparte de los moretones y contusiones.

Manolo estalló en carcajadas. De Lafuente se había ganado su confianza con toda aquella sinceridad, y empezaba a ser consciente del inmenso favor que aquél hombre casi desconocido le había hecho.

- No señor, no practico kárate, ni nada parecido. Solo es que en mas de veinte años de servicio, he recibido tantos golpes, que por eso sé perfectamente donde duele más. Y el teniente Marín, como usted dice, es un lechuguino. A pesar de ser un "gallito", no tiene ni idea de lo que es una pelea a puñetazos y a patadas. El primer golpe lo dejó conmocionado. A partir de el, pude elegir cuidadosamente el lugar donde le iba "sacudiendo".

- Manolo, ahora vamos a hablar de su futuro. He recomendado que le trasladen a Madrid y le ingresen en el Hospital Militar Gomez Ulla, en el pabellón de psiquiatria. No olvide que supuestamente usted padece un transtorno mental. La dirección medica de la especialidad está a cargo de un amigo mio, el capitán médico Alejandro Madero. Mantengo una buena amistad con él, somos nacidos en el mismo pueblo, y es un buen profesional y un hombre honrado. Estará usted allí hasta que todo este asunto se haya desinflado y olvidado, no puedo fijarle una fecha determinada para el alta médica. Aparte de todo esto, la sentencia conlleva también la perdida de su puesto. No se preocupe, encontrará un destino otra vez en Barcelona con facilidad a su regreso.
- ¿ Como puedo agradecerle todo esto ?.
- Muy sencillo Manolo. Algún día tendrá que hacer esto mismo por alguien que también  lo necesitará.
- ¿ Por quién ?.
- Cuando llegue ese momento, usted lo sabrá.

Tras las ultimas palabras de De Lafuente, los dos hombres escucharon desde el comedor el sonido de la puerta del piso. Marga había regresado después de transcurrir el tiempo indicado por Manolo.

De Lafuente se incorporó de su asiento.

- Me marcho ya y les dejo disfrutar del almuerzo.
- No hay gran cosa de menú, tan solo unas albóndigas a la jardinera que Marga cocina maravillosamente, ¿ acepta compartirlas cono nosotros ?.
- Gracias Manolo, pero mi hija estará esperándome en casa ahora mismo, y ya llego tarde.

Al ponerse la chaqueta, De Lafuente extrajo una tarjeta de visita del bolsillo interior, y se la extendió a Vázquez.
- Aquí están los números de teléfono de mi despacho en Capitania Militar, y el de mi domicilio particular. Llámeme cuando todo haya pasado y esté de vuelta.

Tras la marcha de De Lafuente, los dos almorzaron silenciosamente. En la sobremesa, tras el café, manolo explicó a su esposa la larga conversación con el juez militar.

- ¿ Y todo eso, de una manera espontánea, sin recomendación de nadie ?.
- Eso parece, Marga. De todas maneras, si hay algo mas detrás del asunto, ya nos enteraremos. Dentro de unos meses, podré estar de vuelta como si nada hubiese pasado. ¿ Marga, te comportaras bien y no te follarás a nadie más ?.
- ¡¡¡ Manolooooo !!!, no seas idiota.

Dos días mas tarde, una ambulancia militar trasladó a Manolo hasta su nuevo y provisional hogar en Madrid.


                                                              ( Continuara )