Antonio Cortés, mas conocido como "el Perla", colega de correrias de Timoteo estaba sentado en un taburete del bar "El tato", junto a la vidriera. Desde allí controlaba el tráfico de la calle al otro lado de la cuál, estaba la entrada de la la iglesia parroquiál del barrio. Desde su privilegiado observatorio, oteaba a los viandantes que caminaban por la calle Enríc Sanchís, se le caia la baba contemplando a la jovencitas, las "titis" según él, a las mujeres un poco más maduras, y sobre todo, si pasaba álguien que le debiera algo, ó si se acercaba álguien a quién el debiese algúna cosa. Vió desde el bár como su colega Timoteo, "Timo" para los amigos y enemigos se detenia mirando la puerta de la iglesia.
-¡¡ Que coño hace este en la iglesia!!.Salió rapidamente del bár y cruzó la calle.
- Jodér Timo, buenos dias, hoy has madrugado. ¿Que vás a hacér tú en la iglesia?.
- Hola Antonio. Necesito hablár un rato con Don Manuél.
- ¿ Y de que coño vás a hablér tu con el cura?, anda, no me hagas reír, que te empiezas a parecér a mi vieja.
- Esta vida que llevamos no es nada buena Antonio, no és sana, somos unos miserables.
- ¿ Y se lo vás a contár a Don Manuél así?. Lo único que vas a conseguír de él es un "chorreo", una buena bronca, lo sabes tan bién como yó, ¿ que otra cosa te vá a decír un cura?. Aunque mira, si te sientes mejór, hazlo, y yo te acompaño, no me pierdo ese espectaculo.
Penetraron en la penumbra del interiór del templo. A sús espaldas, los vitrales coloreados arrojaban una lúz tamizada y cálida sobre la nave centrál.
Era la hora de las confesiónes. Una mujér de edád avanzada acababa de levantarse del reclinatorio del confesionario y avanzaba hacia los primeros bancos de la iglesia ante el altár para cumplír con la penitencia. Otra que esperaba sú turno,ocupo sú lugár en el reclinatorio, la cabeza cubierta con una mantilla de punto delicado.
Una véz que aquella mujér se levantó, unos minutos después santiguandose al mismo tiempo, Timoteo ocupó sú lugár.
Don Manuél reconoció inmediatamente a Timoteo, a pesár de que en lós últimos años no se habian visto ni cruzado una sola palabra.
- Don Manuél, vengo a confesarme y a solicitár sú perdón.
- Ave Maria Purisima, y sin pecado concebida, dime, ¿ de que te acusas hijo mio ?.
- Soy un pecadór Padre..... Un sér abyecto y un asociál. Vivo inmerso en la violéncia, el delito y el engaño. No respeto ningún codigo ético ni morál. Soy un marginado que vá por la vida abriendose paso a punta de pistola, sin Diós. sin ley, sin amo y sin freno.
Un silencio espeso se hizo cuando Timoteo acabó aquél resumen que brotó de su garganta como un torrente de palabras atascado durante tiempo y que finalmente rompen el dique que las sujetaba. Esperaba que Don Manuél le pidiese aclaraciones sobre todo aquello o le respónsiese. Un potente vozarrón que surgió del confesionario sorprendió a Timoteo y al "Perla", que se mantenia algo retirado.
- ¡¡Pués muy bién hecho !!, ¡¡ mecagüentodo !!, eso, eso es lo que hay que hacér, ¡¡ cojónes yá !!. La morál, las leyes, las normas de convivencia sociál, solo sirven para embrutecér y esclavizár al individuo....familia, religión....¡¡ todo una puta mentira !!, inventadas por los poderosos para adocenár a la masa y así podér sojuzgarla mejór !!. ¡¡ Diós ha muerto !!, ¡¡ la ley es un engaño !!, ¡¡ todo está permitido!!.
Un espeso silencio se hizo en la iglesia trás los últimos gritos del párroco. Timoteo y el "Perla" estaban atónitos. Una de las ancianas que oraban frente a altár se habia desmayado, y la otra miraba hacia el confesionario con la vista ida y una palidéz tremenda. La vóz de Don Manuél volvió a sonár potente trás tomarse un respiro.
- Apurád hasta la héz todos los placeres de la vida, hijos mios, y si algún hijoputa se atreve a arrogarse el derecho de prohibiroslos....¡¡ pasád por encima de sú cadaver !!, ¡¡ cagüendiéz !!.... hay que vivír peligrosamente, si yo tuviese mas cojónes y menos miedo, colgaba la sotana y corria al Vaticáno, a plantarle unos cartuchos de dinamita y hacerlo volár. Toda una vida, ¡¡ toda !!, dedicada a ayudár a los demás, a los más desfavorecidos, y esos desalmados de la curia se han pasado años. ¡¡ décadas !!, protegiendo a una pandilla infécta de pederastas que han abusado de la inocencia de los crios, ¡¡ no puedo ír con la cabeza alta por la calle!!, ¡¡ nos han puesto a todos al mismo nivél !!. Ya lo dijo el Salvador en los Evangelios : " Ay del que escandalice a estos pequeños, mas le valdria no habér nacido". Yo les maldigo, ¡¡ maldigo su negra y podrida alma !!. Ego te absolvo.¡¡ Puedes ir en páz, hijo mio !!.
Timoteo ya se habia levantado del reclinatorio y retrocedia lentamente cuando resonarón las últimas palabras del viejo párroco. Con una mirada le indicó la salida al "Perla", y juntos ganaron la cegadora claridád de la calle.
- Yo diria que Don Manuél estaba borracho.
- Timo, para una véz que encontramos un cura decente, vás y me sales con que está borracho, ¡¡ anda yá !!, lo que está es quemadisimo con el asunto ese de los pelotastas.
- Pederastas, Antonio, pederastas.
- Mira, me dá lo mismo como los llamen, la cuestión es que són unos cabrones envueltos en una sotana y con un crucifijo al cuello. Yo no soy muy religioso, pero Don Manuél es buena gente, ha ayudado a todo el que lo ha necesitado en el barrio, y descubrír que toda tu vida se vá por el desagüe es muy duro. Anda, te invito a unas birras en el "Tato", a vér si así se te quita esa cara de pasmo.
Cruzaron la calle en dirección al bár, al "Perla" se le fueron los ojós trás el poderoso y cimbreante trasero de una vecina cubana.
( Continuará )